El 27 de octubre de 2021, el arqueólogo Alfonso Fanjul presentó los primeros hallazgos del proyecto de investigación en que participa en la Sierra de la Sobia. La conferencia comenzó a las 12:00, momento en que se presentaron los nuevos descubrimientos y continuó a las 13:00 con una reunión con profesores y alumnos del Colegio La Plaza para explicar la importancia de la arqueología y de la investigación que se está llevando a cabo en la sierra.

El equipo de investigación, que se halla integrado por Alfonso Fanjul Peraza, doctor en Arqueología y presidente de la Asociación Española de Arqueología Militar; Antonio Juaneda Gavelas, prehistoriador; Ariel Barrera, graduada en Antropología; Charles Wende, estudiante de Antropología; Bradley Elliot, estudiante de Historia y el tevergano David Suárez Rey, prevé cuatro años de campañas de exploración para revisar el poblamiento de alta montaña en la Sierra de la Sobia a lo largo de diferentes épocas.

La masacre romana de la sierra de La Sobia

Villa, O. (Octubre 28, 2021). La masacre romana de la sierra de La Sobia. elcomercio.es.
https://www.elcomercio.es/culturas/teverga-masacre-romana-sobia-20211027144410-nt.html

Son tres guerreros astures a cuyas familias les ha ido mal con la relativamente reciente llegada del Imperio al norte de Hispania, que se está empezando a romanizar (proceso por el que Roma se hace con los recursos más deseados respetando, más o menos, la cultura local e infiltrando poco a poco la suya, con más o menos violencia). Muchos como estos tres jóvenes se han ido rebelando, y el poder imperial se ha cobrado su cuota de sangre. Durante meses, su conocimiento de los vericuetos, las oquedades y las gentes de la zona alta de lo que hoy es Teverga y Quirós les ha permitido ocultarse y hasta atacar en ocasiones allí donde han podido vengarse. Los dos más jóvenes, de entre 20 y 30 años, ayudan al mayor, de entre 30 y 36, que cojea ostensiblemente por una deformación en la cadera producida por cargar pesos por la montaña durante años, y también por una fuerte caída que, hace dos años, le dejó una esquirla de medio centímetro de piedra caliza incrustada en el coxis. Se quieren y son queridos en la zona, pero la fortuna deja de sonreírles una mañana. Son capturados por un grupo de legionarios y ejecutados sin mayor ceremonia, sus cuerpos, despojados, se arrojan sin más a la sima kárstica más cercana, probablemente empleada para ese mismo fin en más ocasiones. De los soldados romanos sabemos que ellos, o sus soldadas, procedían de Clunia, en lo que hoy es el sureste de Burgos, por algunas monedas militares halladas en la zona y elaboradas en la ceca de esta ciudad hispanorromana.

De los tres jóvenes, sin embargo, las cosas no están aún tan claras. También podrían ser simplemente unos esclavos, bien de origen local, bien traídos de otras tierras, muertos por cualquier malhadada circunstancia, y desechados sin honores funerarios. O incluso otras opciones. Algunos de sus restos acaban de ser descubiertos por el arqueólogo Alfonso Fanjul y su equipo en la sierra de La Sobia, que une en las alturas a Teverga y Quirós, en esa misma sima, en la que la primera campaña arqueológica ha permitido su hallazgo, y que promete aportar más sorpresas. Sabremos más sobre los jóvenes astures en breve, cuando del trabajo de campo se pase al de laboratorio y mediante el análisis de ADN de los huesos (sobre todo de la cadera, coxal, alguna tibia y algún otro resto, aunque aún no han aparecido cráneos) conozcamos si hay parentesco entre ellos; por el de isótopos sabremos su dieta (y eso nos hablará de su nivel social -podrían ser desde pequeña nobleza local que vivía en alguno de los dos castros de la zona hasta granjeros como los de la granja prerromana hallada en Sobrevilla-) y por el de estroncio en la dentición (si se halla) podremos conocer su origen y en qué lugares pasaron más tiempo.

La campaña arqueológica, que merced al apoyo del Ayuntamiento de Teverga y de su alcaldesa, María Amor Álvarez Ardura, se repetirá en los próximos años, ha dado más resultados, y más antiguos. Y en sucesivas ediciones aún dará más. La alcaldesa, ayer, mostraba su satisfacción porque Teverga «pueda mostrar nuestra historia de la actualidad a la prehistoria de forma diacrónica, con restos de todas las épocas», algo que hay que poner en valor.

Arriba, restos humanos de astures masacrados por los romanos.; a la izquierda; Alfonso Fanjul y María Amor Álvarez, con la punta de lanza de la edad del bronce; y a la derecha restos líticos hallados  en un abrigo rupestre de 25.000 años de antigüedad. / E. C.

El final de la prehistoria

El segundo hallazgo presentado ayer en la Casa de Cultura de Teverga nos retrotrae más del doble de tiempo. Hacia el año 3.000 antes de Cristo, en pleno calcolítico (edad final del Bronce, que supone los estertores de la Prehistoria en nuestra zona, mientras los reinos del Alto y el Bajo Egipto ya se unificaban) unos pastores trashumantes procedentes de los valles de lo que ahora es León, al sur del puerto de Ventana, habían subido sus cabras y ovejas a La Sobia. En lugar de matar algún cordero para complementar su dieta, hacían gala de su habilidad con los metales y,cazaban pertrechados con azagayas de puntas de palmela, anchas y planas, que ayudan a un vuelo estable y que producen heridas amplias en los animales que alanceados, que se desangran rápido y sin lucha.

Una de esas azagayas (a medio camino entre una flecha y una lanza) queda perdida, o desechada, tras impactar en una piedra o en un hueso y doblarse su punta, aunque esta se podía arreglar fácilmente a golpes de piedra plana o, mejor aún, con el uso de calor en fragua. No les preocupa en exceso, las puntas son valoradas, pero no suponen tanto esfuerzo como a sus lejanos ancestros les suponía encontrar buen sílex neógeno y tallarlo en puntas.

Fanjul explica que la morfología de esa punta, de 6,7 centímetros y muy ligera (en la zona apareció otra en el macizo de las Ubiñas) es muy similar, o idéntica, a las de las poblaciones de los valles del norte de León inmediatamente al sur de Teverga, y que se distinguen claramente de las muchas encontradas en la zona de los Picos de Europa y los valles leoneses al sur de esa zona, lo que apunta a que pese a compartir la tecnología metalúrgica, su desarrollo se diversifica por zonas, y que los grupos humanos se interrelacionaban de norte a sur en ese momento más que de este a oeste en lo que hoy es Asturias.

Hace 25 milenios, aquí mismo

Este grupo humano (sapiens sapiens, los últimos neandertales habían sucumbido en Gibraltar tres milenios antes), probablemente una familia, pasa parte del año en la zona alta de La Sobia, usando como refugio un abrigo rocoso que hoy se encuentra descubierto por un derrumbe. Usan tecnología lítica, bifaces y cuchillos de cuarcita de río, machacadoras de cualquier piedra fácilmente trabajable. Son prácticos y siguen a la caza y buscan las plantas de temporada. Así que suben en la época cálida a las alturas, porque hace 25.000 años el clima es similar al actual, entre dos épocas más duras, glaciares. Parte de su industria lítica la ha encontrado el equipo de Fanjul en la zona de derrumbe del abrigo rocoso, más alto que ninguno de la época en Asturias y donde en próximas campañas se encontrarán más materiales. Son sapiens, sí, pero con casi toda probabilidad no son ancestros directos de los astures del principio del texto. En el quinto milenio antes de Cristo la población de la Península fue casi completamente reemplazada (al menos el 40% del total y la práctica totalidad de los hombres) por la llegada de sucesivas oleadas desde las estepas de la actual Rusia a lo largo de cinco siglos, según explica, entre otros, el prestigioso genetista Carles Lalueza Fox.