Originalidad y tradición popular de la fiesta.

Tras la Guerra Civil, la imagen del Cébrano fue debidamente restaurada,  y fue propuesta como la Patrona de los Valles de Teverga. Para ello autoridades civiles y eclesiásticas, a instancia de Don Hermógenes Lorenzo, sacerdote oriundo del Concejo, decidieron su coronación que tuvo lugar en el Santuario de Carrea el 15 de agosto de 1949.

Para coronar una imagen, en aquella época eran necesarios tres requisitos que cumplía según los cánones de la Iglesia la Virgen del Cébrano:

-Antigüedad del Santuario y su veneración.

-Incidencia en la devoción popular.

-Hechos extraordinarios tales como milagros o apariciones.

Las dos primeras premisas quedaban resueltas, mientras que la última estaba relegada a la devoción popular y a los hechos fantásticos y leyendas que se crearon entorno a la imagen, de los cuales la Iglesia ni ha admitido ni ha desmentido.

Una gran comitiva multitudinaria compuesta por cientos de feligreses de la comarca y otros lugares de Asturias, acompañaron a pie la imagen en loor de multitudes, llevada a hombros desde la Colegiata de San Pedro hasta el propio santuario donde fue coronada como Patrona de Teverga.

 

La devoción a la Virgen del Cébrano, ha sido manifiesta desde siempre. Hasta el punto de ser visible el santuario desde muchos lugares de los valles del concejo, hoy aún se recuerdan sitios donde los brañeiros, cuando bajaban de las majadas, se paraban en un sitio determinado  a rezar la salve. En el valle de Somoza, los lugareños del pueblo de Barrio se detenían en La Cuandia Negra.

 

Entorno a la coronación de la Virgen de Nuestra Señora del Cebrano se realizaron una serie de actividades que se convirtieron en una tradición como es:

LA GRAN JIRA CAMPESTRE. Desde la coronación, como antaño, tiene lugar entorno al santuario todos los 15 de agosto, la fiesta más importante de todos los valles de la comarca en una jira campestre donde entre la convivencia y la armonía, se recogen algunas tradiciones seculares alrededor de una mesa que tiene como mantel las praderías sobre las que se degusta la gastronomía de los productos de la tierra.Es una fiesta también familiar, con marcado carácter tradicional en la que todos los miembros de la familia se reúnen  mediante comidas campestres.

Tras el novena en honor a la Virgen, que se celebra como su nombre indica durante los nueve días anteriores a la festividad, a cuyos oficios religiosos acuden cientos de peregrinos, la mayor parte de ellos caminando a través de la belleza de los valles, el gran día comienza con el estruendo de los palenques que invitan a formar parte de la fiesta. Gaitas y tambores, cientos de romeros y romeras comienzan la ascensión hasta el santuario para acudir a la misa de campaña solemne entorno a un altar de piedra donde se coloca la Virgen no lejos del mítico tejo, árbol con reminiscencias de los antepasados celtas. Terminada la función religiosa, los peregrinos se reúnen en los pastizales de los alrededores para el almuerzo campestre y por la tarde una orquesta ameniza la romería y la verbena. Durante la romería se subasta la “ramera”: una xatina aportada por la Comisión de Fiestas, la recaudación se destina a cubrir sus gastos.

 

EL RAMO. Alrededor de la imagen se van colocando las ofrendas ofrecidas a la Virgen. Son los denominados “ramos” portando deliciosas rosquillas de pan amasadas con harina de trigo y de vez en cuando, de escanda, huevos, azúcar y mantequilla. El “ramo” es una estructura de madera de aproximadamente dos metros de alto, ensanchado en su parte inferior que se cubre con una rica mantelería y paño fino de lino u otros  tejidos blancos sobre los cuales se van colocando las “roscas” del pan campeando en todo lo alto el llamado “roscón” sobre el que se coloca un ramo de flores. Este “ramo” lo ofrece una familia cuando solicita a la Virgen un ruego a favor de una persona.

El Lamu es una estructura de madera compuesta por un alo, como de metro y medio a dos metros de longitud, que en sus últimos sesenta o setenta centímetros, lleva adosado una especie de tronco cono, también de madera. Recubierto todo por una tela debidamente engalanada se colocan ocho rosquillas de pan amazapanado llevando en la picota otra completamente redonda llamada roscón (sólo recientemente se hacen ramos de seis rosquillas más el roscón). Suele ser ofrecido por algún motivo especial a algún santo o a la Virgen. Sale el ramo de la casa o pueblo oferente a hombros de un solo hombre que es seguido de un grupo de personas entre las que se encuentra un pequeño coro de mujeres, que acompañado o no de la gaita, van cantando, siempre con la misma melodía, la letra compuesta por alguna de ellas en días anteriores, donde se explicas las razones que movieron a cada ofrenda del ramo. Este se saca después a la procesión de la misa y posteriormente, ya por la tarde, se subastan las rosquillas, siendo motivo de los más diversos comentarios e incluso “piquillas” en las cifras alcanzadas por unos y otros en las pujas.

La subasta del ramu comienza al finalizar la misa de campaña: Cada una de las seis rosquillas que conforman el ramo se subastan de forma independiente. Una vez finalizada la subasta de la rosquilla se finaliza con la del roscón. La subasta la dirige un subastero. Todo lo recaudado se destina al mantenimiento del Santuario.

 

LOS CANTARES.
Los ramos salen desde la casa de la familia que hace la ofrenda en dirección al Santuario, acompañados de gaita y tambor o recitando los estrofas conocidas como cantares. En general la mayor parte de estas estrofas son compuestas por rapsodas populares, generalmente mujeres.

LA CALDERINA DE LA SALVACIÓN.
Los árboles autóctonos de la región están relacionados con los nombres de algunos santuarios diseminados por el territorio regional; el Acebo en Cangas de Narcea, el Avellano en Allande, el Fresno en Grado, el Carballo en Langreo. Uno de los árboles más emblemáticos de la región, cuya tala está prohibida, es el acebo, denominado también en el pasado como “acedro”, “cebro”, “cébrano”, lo que podría darnos una pista para ir tras la etimología que se asigna al Santuario de Carrea.

No obstante, la hipótesis que más se acerca a la realidad es la de la palabra latina “cerebrum” que traducida, nos remite al castellano cerebro que, según la tradición, a la Virgen del Cébrano siempre se la invocó como especial abogada ante los dolores de cabeza y trastornos mentales.

Durante muchos años, tal vez siglos, existió hasta la época de los años setenta en que fue sustraído, un casquete de cobre denominado popularmente la “calderina”. Dice la tradición que dicha “calderina” estuvo protegiendo la cabeza de la Virgen durante el tiempo que permaneció escondido en una de las grutas de Sobia. La Cofradía del Cébrano ha hecho una réplica en cobre de esta “calderina” para seguir implorando la protección contra los malestares de la cabeza. Los fieles, a la hora de implorar o elevar una plegaría ciñen  la cabeza a la “calderina” y ante la Virgen rezan una oración.

 La transmisión oral habla de que se conocen muchos milagros y gracias extraordinarias a los peregrinos que la ciñen.