ONDA TEVERGA PRESENTA:
NACE UN NUEVO MOVIMIENTO LITERARIO
El “Realismo Esotérico” pretende dar luz
a algunas sombras escondidas
en el tálamo humano

Celso Peyroux – Teverga – Asturias – 2022

A mediados del siglo XIX escritores, músicos, pintores y artistas en general, desplazan en toda Europa la corriente romántica con un nuevo movimiento al que se le denominó “Realismo”.

El Realismo Literario fue una escuela estética  que supuso una ruptura con el romanticismo,  tanto en los aspectos ideológicos como en los formales.

Se trataba pues de una tendencia literaria y artística que  consistía en representar fielmente la realidad y crear cierta tensión emocional en el lector. Acababa  con la escuela clásica donde prevalecían el individualismo, los sueños y los sentimentalismos

Grandes plumas, en lo que concierne a la literatura se unen a él con nombres consagrados y de prestigio como: León Tolstoy, Fiador Dostoievski, Charles Dickens, Stendhal, Flaubert, Leopoldo Alas “Clarín”, Armando Palacio, Valdés, Blasco Ibáñez, Emilia Pardo Bazán, Fernán Caballero…

En Italia se le denominó el “Verismo” (de Vero, verdad) con escritores como Giovanni  Verga y Humberto Giordano. Una vez terminada la II Guerra Mundial, surgió el “Neorrealismo” en la narrativa y en el cine con Roberto Rossellini y Luchino Visconti.

A mediados del pasado siglo surge con auge la literatura Latinoamericana con nombres como: Juan Rulfo, Borges, Gabriel García Márquez, Miguel AngelAsturias, Alejo Carpentier, Elena Garro… El escritor venezolano Arturo Uslar considera que es un movimiento más, como los habidos a lo largo de la Historia de la Literatura y lo acuña  con el nombre del Realismo Mágico que representa fielmente la realidad y se caracteriza por la inclusión de elementos fantásticos en la narración de  la obra

Al mismo tiempo, España y Portugal se van uniendo más tarde con otros escritores que nos dejan verdaderas perlas literarias.

EL REALISMO ESOTÉRICO

Si un día se encontrara una frase para definir la poesía, los versos perderían su belleza  y su razón de ser. Algo semejante ocurre con el Realismo Esotérico que no pretende ser ni un movimiento, ni una corriente literaria. Sería, por una parte, la vuelta al “Realismo Mágico”, pero profundizando en aquello que es inalcanzable a la mente humana.

Lo esotérico es aquello oculto y reservado. Se dice de una cosa que es impenetrable y  de difícil acceso al intelecto. (Real Academia de la Lengua Española)

Al estar dentro del contexto de la novela que se presenta, tomemos como paradigmas de Realismo Esotérico los evangelios:

 -Apócrifos (fingidos y fabulosos)

          -Gnósticos (filosofía misteriosa de los primeros cristianos)

           -Los Canónicos (recogidos en la Biblia)

          -Los manuscritos de Qvmran (Hallados en el Mar Muerto).

De todos ellos se eligen los Evangelios Canónicos por ser los más conocidos, todos escritos unos sesenta años después de la muerte de Cristo: Marcos, Lucas, Mateo y Juan. Se han escogido dos por su significado: La amistad y la infancia. Jesús

Resucita a su amigo Lázaro de Betania (Juan:11. 33-44) y a la hija de Jairo que Cristo vuelve a la vida con estas palabras: “Talita Khum” (Niña, a ti te digo:: ¡Levántate! (Marcos, 5-41)

No obstante, Jean Claude Barreau nos dice: “Que Jesús se conmovía ante la miseria humana y las enfermedades.  Pero que los milagros, lejos de un poder sobrenatural, es necesario tomarlos desde otras perspectivas, porque a veces son obstáculos para poder creer”.  Como una hipótesis más el teólogo español Juan Arias, nos dice que el “IV Evangelio” escrito por San Juan, fue obra de María Magdalena. Y que el bellísimo y amoroso “Cantar de los Cantares” del Rey Salomón, es un poema realizado por una mujer.

Con la licencia de W. Shakespeare me permito parafrasear y permutar su célebre silogismo: “Ser o no ser” por “Creer o no creer”. Esta es la razón de  Los Evangelios. La Fe es la clave para verlos de una forma o de otra.

Si prevalece la fe y se considera que los milagros de Cristo son hechos verdaderos, además del placer de leerlos y de sentir -para los cristianos- que el alma rebosa de alegría, la lectura se verá colmada y plena. Si quienes los leen, sin atender en que la fe es creer en lo que no vimos, el lector irá  descubriendo en cada pasaje evangélico el realismo más puro, mágico y esotérico de cuantos textos literarios han sido escritos a lo largo de la historia.

En el capítulo XVII del libro, La Dolorosa, que permanece desde hace tres siglos en un camarín de la abadía, baja, se transforma en mujer y se acerca al sagrario para orar por su hijo ante la noche trágica que le espera. De pronto, siente el brazo de Jesús que la rodea con ternura por los hombros. Madre e Hijo hablan durante largo tiempo. Juntos dan un paseo por los claustros deteniéndose en cada una de las catorce estaciones del Calvario. Se besan y cada uno regresa a su camarín para volver a ser las imágenes de siempre. 

-¡Antes de verte, te presagié en mi pecho!.

-¿Cómo estás madre? -le preguntó Jesús, dándole unbeso en la mejilla.

-Bien hijo mío. Sabía que vendrías a estar conmigo.

-Tienes las manos gélidas, Madre. ¿pasas frío?

-Este templo es muy húmedo y a penas si entra un rayo de sol. 

       En la oscuridad perpetua de la noche, madre e hijo se miraban a los ojos y sonreían.

-Ven, pégate a mi, Madre -le dijo pasándole el brazo por el hombro y atrayéndola hacia si.

-De Anás a Caifás, de Herodes a Pilatos. ¡Qué noche te espera, hijo mío!

-Dios lo dispuso así, madre.

-No entiendo cómo un padre permite que azoten a su

hijo y luego lo cuelguen de una cruz.

-He venido para redimir los pecados de los ombres,

madre. Si con mi muerte lo logro mis hermanos me quedarán agradecidos.

(…)

-Hasta otro día, madre. Queda con Dios.

-Hasta pronto, hijo. Te llevo conmigo.

En el coro, Georg Friederich Händel deslizaba sus dedos sobre el armonio y las notas de El Mesías llegaban a todos los rincones del templo. En las velas del altar mayor se iban apagando las llamas de las velas con ojos de agonía.

En el siniestro brazo no es una novela histórica aunque se desarrolle en una abadía del siglo XI y, desde entonces, sus páginas recojan cuanto acontece entre las luces y sombras de sus muros. Lo profundo del libro es que lo divino y lo humano aparecen juntos en una armónica simbiosis donde se combinan hechos reales y metafísicos para sentir de cerca la realidad y la ficción como una unidad consustancial e indivisible.

 Creo que disponemos de los elementos suficientes para formarnos una composición en tiempo, espacio, ayuda y analítica literarias para que cada uno de los presentes pueda tener una visión de conjunto. La lectura de la novela que se presenta ayudará al lector a  disponer de un campo sin puertas interpretando a su libre albedrío lo que aquí hemos oído y visto. El libro, ya no es del autor. Es vuestro.

© Celso Peyroux

Teverga, Reyes de 2023